Los Rodríguez Saá en San Luis, Gildo Insfrán en Formosa, los Kirchner en Santa Cruz, Gerardo Zamora y su mujer, Claudia Abdala, en Santiago del Estero, Juan Schiaretti en Córdoba, y Jorge Capitanich en Chaco son los mandatarios provinciales que lideran el ranking de permanencia en el poder, según el análisis realizado por Infobae. Llevan desde una década hasta 35 años en sus cargos, en forma continuada o con intervalos de por medio.
Carlos Gervasoni, director del Departamento de Ciencias Políticas y Estudios Internacionales de la Di Tella, destaca la existencia del fenómeno que se conoce como “cancha inclinada” en los procesos electorales, en un paralelismo con una competencia de fútbol con condiciones desventajosas para uno de los dos equipos, y que beneficia al oficialismo en el poder. “Hay competencia electoral, sí, pero es muy desigual. Hay elecciones, pero no son tan libres ni justas porque el oficialismo tiene ventajas y es imposible que pierda”.
La perdurabilidad en los cargos está atada, en la mayoría de los casos, a los recursos de la coparticipación federal que reciben los gobernadores del mismo color político que el gobierno nacional. “La ventaja de los oficialismos viene de las rentas del federalismo fiscal. Son provincias que tienen una extrema dependencia de los fondos que reciben desde la Nación. Recaudan muy pocos impuestos propios y reciben mucho dinero de transferencias federales para gastar”, señala este doctor en Ciencia Política por la Universidad de Notre Dame (Francia). A los giros automáticos por coparticipación se suman las transferencias discrecionales desde el Tesoro nacional, y una opaca rendición de cuentas sobre el uso de esos fondos.
Gervasoni describe que estos distritos se caracterizan por un alto porcentaje de empleo público, planes sociales, clientelismo político y poco desarrollo privado. “Hay un Estado provincial hipertrofiado. Las empresas viven de contratos con el Estado, los medios viven de la pauta oficial. La estructura es muy similar a los rentismos petroleros del Medio Oriente. El gobierno tiene recursos para generar una economía estatista que no podría sostener con recursos propios. Lo hacen con plata de la coparticipación, que se distribuye hacia las provincias con menos población, no en función de cuán pobres son”, afirma.
En ese sentido, sostiene que se genera “una enorme dependencia económica de la población e incluso de los empresarios locales del gobierno provincial, lo cual hace que nadie quiera oponerse al oficialismo por riesgo a perder el empleo, un contrato o la pauta publicitaria”. Ante este panorama, este experto en Ciencia Política se pregunta: “¿Cómo compite la oposición en un contexto en que los medios no quieren darle espacios, o los empresarios no quieren aportar a candidatos opositores?”.
San Luis es sinónimo de Rodríguez Saá. Ya sea como aliados o como enemigos íntimos, Adolfo y Alberto manejan la política puntana desde 1983, aunque con dos breves interrupciones. Suman, entre ambos, 34 años en el poder provincial bajo la bandera del peronismo.
Es una de las ocho provincias donde el oficialismo nunca perdió, “algo que debería ser raro en una democracia”, tal como destaca Gervasoni. Se suma que una misma familia permanece al frente de la gobernación desde el retorno democrático, con apenas dos interrupciones de funcionarios aliados o que en su momento lo fueron.
Lejos de prosperar, San Luis es una de las provincias con mayor población bajo la línea de pobreza, un 38%, y casi un 5% de indigentes, según los datos del primer semestre de 2022 del INDEC. La perpetuación de los hermanos Rodríguez Saá se explica, también, por el alto empleo público: el terruño de los Saá tiene 68 empleados provinciales por cada 1.000 habitantes, según datos de la Dirección Nacional de Asuntos Provinciales que depende del Ministerio de Economía.
El primer gobernador de San Luis con la llegada de la democracia fue el más joven de los hermanos, Adolfo. Permaneció cinco mandatos consecutivos en el poder provincial, 18 años en total, hasta que recibió el premio mayor: ser presidente de la Nación. Pero le tocó lidiar con la crisis de 2001. A pesar de ser presidente por apenas siete días, Rodríguez Saá se alejó de San Luis y asumió en su lugar María Alejandra Lemme, su vicegobernadora, quien terminó el mandato hasta diciembre de 2003. Los Rodriguez Saá volvieron al poder ese mismo año, pero con Alberto como gobernador: fueron ocho años después de dos mandatos consecutivos.
Los Rodríguez Saá tuvieron que elegir a un delfín por primera vez en 2011 para San Luis. Impedido Alberto de presentarse a una nueva reelección, Adolfo intentó postularse como candidato a gobernador de Buenos Aires, pero la Justicia finalmente invalidó su postulación por incumplir con requisitos legales. De todas maneras fue electo senador nacional. La solución para San Luis fue designar a Claudio Poggi, ex presidente de la Cámara de Diputados y un contador de confianza de Alberto Rodríguez Saá que había ocupado distintos cargos en la administración provincial hasta llegar a desempeñarse como su jefe de Gabinete.
Poggi ganó las elecciones en 2011, pero los Rodríguez Saá no avalaron su reelección en 2015, lo que rompió esa relación y culminó por convertirlo en líder opositor. Los años posteriores fueron conflictivos con los hermanos Rodríguez Sáa enfrentados y, por primera vez, con un opositor como Poggi, que pasó a ocupar una banca en el Senado de la Nación elegido por Cambiemos y que mantiene una buena imagen entre los puntanos. Alberto Rodríguez Saá volvió a ganar en 2015 y fue reelecto en 2019, aunque esta última elección fue histórica porque enfrentó a su hermano.
Sus gobiernos no estuvieron exentos de denuncias por la cooptación de la Justicia provincial, la ausencia de una prensa independiente y los casos de violencia institucional por parte de la policía provincial no esclarecidos.
¿Qué pasará este año? El actual gobernador no podrá volver a presentarse a los comicios, entonces introdujo una modificación clave en el sistema electoral. El Senado puntano aprobó este año la ley de Lemas, un sistema que elimina las internas partidarias y permite competir en las elecciones a gobernador a varias agrupaciones del mismo signo político. Esta normativa permite que, muchas veces, el candidato más votado no sea el ganador, sino el que más votos recibe dentro del partido que más suma.
Por lo pronto, su hermano Adolfo, actualmente enemistado, lanzó hace pocos días su candidatura para volver a conducir San Luis, y continuar una tradición vigente desde 1983