En un escenario político complejo y marcado por la incertidumbre económica, Sergio Massa, actual Ministro de Economía y candidato presidencial, ha asumido un papel que trasciende sus funciones ministeriales. Mientras Argentina atraviesa una profunda crisis económica desencadenada luego de las Primarias de agosto, el líder de Unión por la Patria ha anunciado una serie de polémicas medidas de apoyo a distintos sectores de la economía, aprovechando su posición como candidato para las elecciones generales de octubre.
El peronismo se encuentra en una situación precaria, enfrentando la necesidad de remontar desde el tercer lugar para evitar quedar fuera de una segunda vuelta. En este escenario, Massa aparece como el rostro visible del gobierno, mientras el presidente Alberto Fernández evita hablar y la vicepresidenta, Cristina Kirchner, se mantiene oculta en las sombras.
La situación se torna aún más cuestionable cuando se considera que el presidente en funciones, ha optado por mantener un perfil bajo y ceder el liderazgo a Massa. Este último, con un protagonismo casi exclusivo en la campaña electoral, utiliza los recursos del Estado para impulsar su candidatura, generando un desequilibrio en el juego político.
El anuncio de una decena de medidas de apoyo económico para los trabajadores, es definitivamente una maniobra electoral y no una respuesta efectiva a la crisis que enfrenta el país. Desde el incremento de las pensiones para los jubilados hasta la eliminación de derechos de exportación para ciertos sectores, Massa ha utilizado el Estado como un trampolín para financiar su campaña presidencial.
El peronismo, sumido en una lucha por mantenerse en carrera, recurre a un aumento significativo del gasto público para ganar votos, lo que plantea serias preguntas sobre la gestión económica del país y la utilización de fondos públicos con fines políticos, eludiendo toda práctica ética y recayendo en el abuso de poder.
Massa justifica sus acciones argumentando la necesidad de enfrentar la devaluación de la moneda y la crisis provocada por una sequía histórica que afectó las reservas y las cuentas del país. Sin embargo, estas medidas suman a sus ansias por ganar votos y no para ofrecer una solución sostenible a los problemas económicos de Argentina.
La oposición ha criticado duramente estas decisiones, calificándolas como «maquillaje» y emisión desenfrenada de dinero, sin abordar las raíces de los problemas económicos. Incluso el sector empresarial ha expresado su preocupación, señalando que imponer bonos a las empresas solo agudizará sus pérdidas.
El peronismo se encuentra en una encrucijada, enfrentando el desafío de remontar en las encuestas para no quedar fuera de una segunda vuelta. Mientras tanto, Massa asume un papel protagónico como presidente de facto, llenando el vacío de liderazgo dejado por Fernández y utilizando la maquinaria estatal en su beneficio.