En un nuevo capítulo de la trágicaomedia económica que azota a Argentina, el Índice de precios al consumidor registró un 7,8% de inflación en el mes de mayo, acumulando un desorbitante 42,2% en lo que va del año. Mientras tanto, en los últimos 12 meses, la inflación alcanzó la descabellada cifra del 114,2%. Sin embargo, el presidente Alberto Fernández sorprendió a todos al buscar justificaciones ridículas para semejante descalabro.

El mandatario, en un alarde de malabarismo retórico, intentó autojustificarse echando la culpa a la guerra de Ucrania y Rusia. Según Fernández, la inflación argentina solo se multiplicó por 2, mientras que en potencias como Alemania lo hizo por cinco luego del enfrentamiento bélico. Sin embargo, es vergonzoso comparar una inflación anual del 5% en Alemania con la proyección catastrófica del 140% para Argentina en este año 2023.

Es evidente que el presidente prefiere buscar culpables externos en lugar de asumir su responsabilidad en el descontrol económico del país. En lugar de implementar políticas efectivas para frenar la inflación, Fernández se dedica a hacer malabares verbales y justificaciones peregrinas.

Es indignante que el ministro Massa celebre una «desaceleración» de la inflación del 0,6% como una victoria, cuando en realidad es un indicio catastrófico de la grave situación económica que enfrenta el país. La inflación había alcanzado un escalofriante 8,4% en abril, el nivel más alto desde 2002, y ahora pretenden festejar una reducción marginal.

Los datos revelan que los rubros que más han sufrido incrementos en mayo son vivienda, agua, electricidad y otros combustibles, con un alarmante aumento del 11,9%. Esto se debe, en parte, a las tarifas exorbitantes en los servicios de electricidad y gas natural. Restaurantes y hoteles (9,3%) y Salud (9%) completaron el podio de los sectores más afectados. Es una verdadera odisea poder cubrir los gastos básicos en un país donde los precios se disparan sin control.

El problema de la inflación en Argentina está lejos de resolverse. Aunque se espera una reducción para el próximo mes, con estimaciones que rondan el 7%, no se puede confiar en una mejoría sostenible en el tiempo. La economía del país se encuentra en una situación precaria, sin reservas, con una brecha del 100%, déficit y distorsiones en los precios relativos. Para enfrentar esta crisis, se necesita un plan coherente y articulado que permita una salida coordinada de la situación.

A nivel de categorías, los precios regulados se dispararon un 9%, mientras que el IPC Núcleo aumentó un 7,8%. Los productos estacionales tuvieron un incremento del 6%. Es evidente que los precios no se mantienen estables y continúan su escalada inflacionaria.

En un intento desesperado de encontrar un respiro para el oficialismo de cara a las próximas elecciones, algunas consultoras privadas señalan una posible desaceleración inflacionaria en junio. Sin embargo, estas pequeñas «brisas de aire fresco» no logran disipar el panorama sombrío que enfrenta Argentina.