La inflación en Argentina se ha convertido en un devastador motor de pobreza, ejemplificado por los alarmantes datos proporcionados por el Indec. En los últimos doce meses, hemos sido testigos de un incremento del 115%, lo que ha arrojado resultados desgarradores para los hogares de San Luis y otros 31 aglomerados urbanos, datos que se desprenden de muestras realizadas sobre un total de 29 millones de personas. Pero esta cifra desoladora no se detiene ahí: si extrapolamos estos porcentajes a toda la población, incluyendo las zonas rurales, nos encontramos con una cifra espeluznante de 18 millones de pobres, de los cuales 4 millones enfrentan una insoportable indigencia.
A pesar de un supuesto repunte en la actividad económica y la recuperación del empleo durante el primer trimestre de este año, los niveles de pobreza persisten en su escalada ascendente, según lo evidencian los datos proporcionados por el Indec. Esta tendencia preocupante tiene su origen en la implacable espiral inflacionaria, que ha alcanzado una tasa de crecimiento del 115% en el último año. Estas desgarradoras estadísticas provienen de un análisis minucioso de los microdatos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), publicados el viernes pasado por el Indec.
Este agravamiento de la situación se atribuye directamente al empobrecimiento generalizado de los trabajadores en todas las formas de empleo, ya sea registrado o no registrado, así como aquellos que trabajan por cuenta propia. Un hecho insólito en la historia de Argentina es que la pobreza entre los ocupados ha escalado del 24.4% al 28.7%. El impacto social de esto es ineludible, con millones de personas, incluyendo niños menores de 14 años, atrapados en la trampa de la pobreza.
La línea de indigencia y la línea de pobreza, calculadas en base a las canastas de alimentos y gastos totales, han experimentado un aumento considerable que supera con creces la tasa de inflación. En marzo, la línea de indigencia ha subido un increíble 120.1% interanual, mientras que la línea de pobreza ha aumentado un angustiante 113.2%, en comparación con la inflación que ha registrado un aumento del 104.3%.
Este devastador crecimiento interanual de 4.5 puntos porcentuales (del 34.2% al 38.7%) nos revela que en tan solo 12 meses, se ha añadido a la población la aplastante cifra de 2 millones de nuevos pobres. Entre los más vulnerables, los niños menores de 14 años, la situación es aún más desoladora. La pobreza ha escalado del 47.1% al 54.7%, lo que significa que ahora 6 millones de niños viven en hogares empobrecidos.
Este oscuro panorama comenzó a tomar forma en el primer trimestre de 2018, cuando la pobreza alcanzó el 24.8%, marcando un punto de inflexión en la historia de Argentina. La recesión económica iniciada ese año, combinada con recortes salariales y jubilatorios, provocó un aterrador aumento de casi 10 puntos porcentuales, llegando al 34.2% a principios de 2019. El gobierno de Alberto Fernández, la pandemia y las medidas de confinamiento revirtieron cualquier avance que pudiera haberse estado gestado, elevando la tasa nuevamente al 39.5%. A pesar de un tímido respiro con una breve recuperación de la actividad y el empleo, la cifra aún sigue siendo impactante, situándose en un inaceptable 34.2%.
Estos números no son simplemente estadísticas; representan vidas y familias que luchan diariamente para sobrevivir en un contexto económico despiadado como consecuencia de una pésima administración por parte de la actual gestión de gobierno.