Con su intención de implementar la Ley de Lemas para las proximas elecciones primarias y eliminar las PASO con el fin de retener la Gobernación, Alberto Rodriguez Saá atrasa 40 años la evolución del sistema electoral y consolida su afiliación definitiva al modelo político Kirchnerista.
Desde 1983 en adelante, 13 provincias tuvieron algún tipo de Ley de Lemas. San Luis fue la primera, en 1986. Le siguieron Formosa, Santa Cruz, Tucumán, Misiones, Chubut, Santa Fe, Jujuy, Salta, Santiago del Estero, San Juan, La Rioja y Río Negro.
En la actualidad, a pesar de que cuatro provincias aún mantienen este régimen, sólo una aplica este modelo para la eleccion de su Gobernador y Vice: la provincia de Santa Cruz, gobernada por Alicia Kirchner.
Si bien muchas jurisdicciones han cuestionado la constitucionalidad de la citada Ley en reiteradas oportunidades, la Corte Suprema de Justicia de la Nación considera que es una cuestión de derecho público local y no la ha invalidado pese a despertar una serie de cuestionamientos en base a la gran paradoja que genera, la cual consiste en que la lista más votada en una elección, no necesariamente será la que resulte ganadora.
Las leyes electorales nacionales establecen que los candidatos se eligen a “simple pluralidad de votos”. Es decir que un candidato o una lista se imponen en una elección por mayoría simple de los votos. Esto puede no ocurrir en una elección con ley de lemas. ¿Por qué? Porque el sublema más votado en una elección puede ser parte de un lema que no sea el más votado.
La Ley de Lemas enturbia la información a partir de la que deciden los votantes. El elector no sabe a qué lista irá su voto hasta el recuento, acentuando el faccionalismo partidario, fomentando las divisiones internas. La multiplicación de listas, a su vez, hace más difícil la rendición de cuentas.
En la práctica se presentan dentro de un mismo lema, sublemas con propuestas, orígenes e ideologías claramente antagónicas, con el agravante de que el voto en favor de una facción puede transferirse a la otra, engañando al elector confundido ante la proliferación de sublemas.
Alberto Rodríguez Saá está claramente preocupado y duda de poder ganar las próximas elecciones con votos propios por lo que busca de forma cobarde «revolver el río» para actuar como un pescador azaroso que intentará hacerse con el botín a través de estrategias poco éticas y desesperadas ante el panorama desalentador que se le avecina.
El gobernador quiere confundir a los votantes, intentando establecer un modelo electoral que genera más dudas que certezas, subestimando la pericia de los que acuden a las urnas con la esperanza de que este plan le permita burlar una vez más el castigo social mediante el sufragio, como consecuencia de su paupérrima gestión.